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ANTE LA TUMBA DEL PADRE 111 Capítulo, y que su presencia en Asís atrajo las mi– radas de los capitulares. Ya no era un desconocido, como cuando seis años antes, recién llegado a Italia, acudió a otro Capítulo General, al que fueron convocados todos los frailes. Entonces, nadie fijó en él su mirada. Hasta se vio en precisión de tener que rogar en ca– ridad al Provincial de la Romaña, Fray Gracián, que lo admitiera entre sus religiosos. Ahora, ya se había extendido por toda la Orden la fama de su valía. Era un elocuente orador que había recorrido parte de Italia y el Sur de Francia, conmoviendo las almas y obrando en ellas profun– da transformación espiritual. Era un sabio, que ha– bía explicado la Teología a varios religiosos, había dado conferencias al Clero y. sobre todo, había confundido y conquistado multitud de herejes para Cristo. Era un superior excelente, que había promo– vido la observancia regular y había sembrado el bien en sus súbditos con su prudencia y amabilidad. Era un taumaturgo, que había despertado en los pue– blos y ciudades el entusiasmo popular con los ex– traordinarios prodigios por él obrados. Era, en fin, un santo que servía de edificación a religiosos y se– glares con las heroicas virtudes practicadas en la vida de Comunidad y en el trato con el mundo. Por eso, todos los capitulares le admiraban. No es extraño que en aquel Capítulo, teniendo en cuen-

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