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190 i : VEINTICINCO AívOS DE APOSTOLADO La ciencia salvadora, Que alumbra con la luz de sus fulgores, Que riquezas, honores y placeres Condena con sentencia aterradora. El Caudillo Seráfico de Umbría, Siguien~o fiel las huellas de su Amado, Con ánimo esforzado A sus hijos a predicar envía. . . Los hijos, obedientes Del Seráfico Pa-dre al llamamiento; Cual flores arrastradas por el viento .Se •esparcen pór el orbe sonrientes; 'Ni temen de las selvas la espesura, Ni de mares altivos la braveza, Ni de bestias y sierpes la fiereza, Ni de hombres enemigos la· tortura. Provincia Capuchina de Castilla, Intérprete auténtica y seguidora Del seráfico espíritu, •en tí brilla La luz fascinadora Que descubre mil vastos ideales, En pos de los cuales Tus hijos animosos Caminan sonrientes y gozosos. • Un día de tus labios placenteros Alegres .tus hijos escucharon De Cristo la apostólica llamada; Y poniendo en el cielo t>U mirada, • l Dando un "adiós" a los seres que amaron, En busca d·e las almas van ligeros. Y, ¿ a dónde se dirigen? ... Venezuela Ha sido el campo de Misión fecundo Que el Salvador del mundo ' Les destinó para fundar su escuela. Allá se van, y _al calor de su celo Conviértense las gentes Y vuelven penitentes, Logrando asi en:trar camino d·el ciel'o.
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