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86 VEINTICINCO AfvOS DE APOSTOLADO Otro tanto podemos decir ·de la devoción a la Stma. Virgen, la cual ha existido profundam ente arr aigada en este pueblo desde un principio, incrementáudose notablemente su culto. N9 _nos equivocaríamos al de– nominarla la devoción más popular y si dij éramos que ha sido ella la que más ha influido en la formación y educación, sobr e todo de las jó– venes y madres cristianas, que, viéndose· en un espejo tan puro, no h an podido menos de sentir hondamente sus hechizos ele Madre Inmaculada. Celébrase en su honor el Mes de Mayo, que suele terminar con una de las fiestas más simpáticas y emotivas, la Cor onación simbólica de la Virgen. Para el efecto, lus Hijas de María, con 1a cooperación de los Padres, levantan un trono en el altar mayor , adornándolo con verdade– ro derroche de lujo y gracia; sobre el trono colocan la imagen de la In– maculada rod'éada de ángeles, simbolizados por gr aciosas niñas, que, previo el ·rezo del Santo Rosario y una alocución -de circunstancias, co– locan s obre las sienes de la Virgen una bella corona mientras en el Coro se canta la Salve. Fiesta verdaderamente emocionante y de muy .gratos recuerdos, que contribuye poderosamente a excitar entre los fie– les la · devoción mariana. 4a.- La predicación sagrada. - Punto es éste en que valía la pena detenernos para hacer un recuento exacto del acervo de sermones, plá– ticas, homilías, Ej ercicios espirituales, etc., e tc., predicados en la iglesia durante estos veinticinco años. Si las pare-des oyeran y cada piedra pu– diera emitir su voz ¡qué !J wántas cosas no fablaran! Sabido es que ''la fe entra por el oído", y q ue la palabra divina es "espada de dos filos", semilla que germina prodigiosamente, cuando cae en terreno fértil y hien abon ado. Por eso los Padres no han esca timado tiempo ni oportu– nidad para predicar al pueblo. La Homilía de todos los ·domingos, expli– cada en las dos Misas de hora; el sermón, o explicación, en la noche, del Catecismo a los adultos; las novenas durante el año; los Primeros Vier – nes, mas la predicación en las fi estas particulares, todo ello, sencilla– mente expuesto, con brevedad de sermón, como aconseja el Seráfico Pa– dre, pero con unción apostólica, h a siclo otra ·<le las cansas que han tor– nado la vida religiosa en más vívida y hon damente sentid-a. He aquí, pues, las principales causas que han influido en e l des– arrollo de la vida religiosa, que no h emos querido sino anotar, para ocuparnos ahora de los medios, que al mismo tiempo podríamos consi– derar también· como r esultad() de la obra apostólica •del Sacerdote y co– pioso fruto <le la vida r eligiosa, las So~iedades religiosas.

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