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VEINTICINCO A~OS DE. ·APOSTOLADO ~ios n uestro Señor se lo concedió con la ven taja ,le no ser uno solo, sino dos, y con frecuen cia más. Esto -por lo que· se r~fiere n Tucupita; pues por lo•·que respecta al Territorio, siempre ha habido, desde· ·1924, de s•eis a ocho Sacerdotes, y varios Hermanos religiosos, c¡ue tienen a su cargo la atención de la iglesia, de los oficios 1 de las Casas y hasta de Jos 1pismos Padres, a fin de que éstos puedan con más libertad y ti•empo ocuparse de las labores ap,,stólicas. Actualmente cuenta el Terriotrin con ocho Sacerdotes y cuatro H ermanos Legos, todos Capuchinos_. Como cous~cuencia obligada vino de inmediato el auge de la vida religiosa; el número de fieles aumentó en consoladora pi'opo1·ción; las costumbres cristianas se imponían suavemente,;. l)nbo que··agrandar la Capilla; adquirfr· .-iuevos ·ornamentos sagra·tlos, amén de los que "el P. Arcángel había' traído a su llegada y los a dquirí.dos anteribrmente; la prertiéación sagrad& reclamaba: su elevado púlpito, a semej áhza de ias grandes iglesia"s, siendo Fr. Saturnino de Bustillos el maestro que lo hic iera; así como también los hancos. Por este mismo tiempo, o sea en ios principios, SE' adquieren varias imágenes tamhien. 2a.-El Culto religioso.-El incremento y la solemnidad que se <lió al culto sagrado, fué otra de las causas más influyentes, y en ve1,dad la más eficaz. ya que entra de lleno aquí la espléndida y abundosa distri– bución de la gracia divina, sin la cual nada son todas las cosas. La Saºri.ta Misa diaria, que el Sacerdote ofrece a l Señor en nombr0 propio y del pueblo, fué acer cando más y más las almas a Dios y for– íaleciéndolas con la participación <le la Sangre divina en las S·tla. Co– mumon. En los veinticinco años que conmemoramos, rarísima vez ha dejado je ~elebrarse el Santo Sacrificio en Tucupita, antes por el cou– trario, siempre ha hahido dos y más Misas, h abida cuenta de las hora~ más oportunas para la asistencia de los fieles. Los domingos y <lías de ¡precepto, suelen révestir mayor solemnidad, principalmente la cono– cida Misa de ocho, en la que los niños, acompaña·dos de órgano, ucos– lumbran cantar muy h ermosos y variados cánticos r eligiosos. Ahora, si :añadimos el Santo Rosario, que se r eza todos los días en las últimas ho-• ;ras de la tarde, las novenas y otros ejercicios más particulares, en que no suele· faltar la predicación, y tienen lugar durante todo el año, como e l Mes de,Marzo en honor de San José, etc., etc., no podremos menos de observar el cambio profundo de la vida· r eligiosa, que Tncupita ha su– hi'do favorablemente para sus intereses espidtuales, siendo hoy una de ias ·Parroquias· de inayor y más honda piedad, dentro de nuestro Vica– riato, por hacer m e~ción solamente de lo nuestro. Recuérdese, a· este propósito, qi.ie , antes del 1919; sólo ae año en ·año, ·venía un Sacerdote ¿fo· Güiria o. de Ciudad Bolí<vÍlr~ . . : . "~ .' . ' : . . ., ' ...

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