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VIDA RELIGIOSA 79 _gudín, quien desgraciadamente fué uno de los que más recorrieron, con la circ.unstancia de no ser Sacerdote, como falsarzamenle aparecía, Mariano Troncoso, Ramón J. Querol, Francisco Rodríguez, autorizado por el anterior, y Adrián Ma. Gómez quien vino por vez última en ju– lio de 1919, continuando ya en agosto del mismo año, el R.P. Arcángel de Valdavida, Capuchino. El Libro de Matrimonios empieza el seis de enero de 1915, habién– dose celebrado - In facie Ecclesiae- treinta y ocho matrimonios hasta la llegada de los PP. Capuchinos; y el Libro de Confirmaciones se abre en 1917 con la Visita Pastoral del ~xcmo. Sr. Dr. Sixto Sosa, O:.>ispo de Guayana, continuando eo 191!) eon la Visita del Excmo. Sr. Dr. Miguel A. Mejía, actual Obispo de la misma Diócesis de Guayana. Entre los pueblos visitados aparecen Tucupita, Pedernales, La Horqueta, Maca– reo, Coporito, El Sausal, Piacoa, Santa Catalina y El Toro. De todo lo dicho, podemos deducir claramente que, la vida reli– giosa en el Territorio Delta Amacuro, hasta 1919, no tuvo otras mani– festaciones de vida, que la sola administración del Bautismo, la Con– firmación y el Matrimonio católico en la forma anotada. Creemos, co– mo es natural, que el Sacerdote aprovechara los momentos todos de su estadía para enseñar a los fieles, o recordarles los principios y funda– mentos religiosos, y al mismo tiempo, excitarlos a perseverar en su fe, de la cual nos da testimonio, entre otras cosas, la existencia de una Ca– pi-llita en 1888, como se dirá en otra Memoria de este mismo libro. Uno de los actos religiosos de más concurrencia, y que de ordina– rio no puede faltar todavía hoy en un programa de fiestas religiosas, era la procesión por el pueblo con la imagen de San José y la Virgen del Monte, Patrona de las Islas Madera, y propiedad ambas de la dis– tinguida y muy cristiana familia Cabral. La señorita María Barroeta, en carta particular, nos ofrece un de– talle que bien a las claras r efleja la vida religiosa de entonces: "La iglesia, escribe, l¼ntes de venir los PP. Capuchinos a Tucupita, siempre estaba cerrada; rara vez se veía un Sace1,dote, y los que por aquí pa– saban, no podían celebrar por falta de ornamentos; así que la gente estaba acostumbrada a no oír nunca Misa. Poco antes de la llegada de los Padres el Dr. Samuel Daría Maldonado, siendo Gobernador del ' Territorio, llamó al Pbro. Adrián Ma. Gómez, residente en Ciudad Bo- lívar, para la celebración de las Misas de Aguinaldo. El primer día no asistió a la Misa más que el doctor -con sus empleados, la familia Ba– rroeta y una señora. La impresión desagradable, que ello causara al 'doctor Maldonado, fué tan grande, que, durante el ,día, visitó casa por casa, regañando a la gente y diciéndole: "Mil años sin oír una Misa, y cuando llega un Sacerdote, nadie va a oírla". Otro tanto sucedía cuando
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