BCCCAP00000000000000000000745

A este otro lado vemos al gran 1'auná (1 ), el forjador de rayos y factor de tempestades, el que, cuando se aíra. despedaza árboles, quema casas y mata hombres con sus flechas de fuego, y aquí, justamente en todo el medió, pues estamos en pleno verano, tenemos al gran piache Temekán (2 ), el que rige las estaciones, el que manda la lluvia para nuestra yuca, el que háce ascender los peces para que tengamos comida. El es bueno con nosolros; y tampoco fue malo con su mujer perversa, pues ni ven– ganza pidió cuando ésta le fracturó la pierna. Observad que aun allá arriba le falta. Calló el viejo; todos le escuchaban boquiabiertos y más los pequeñuelos, quienes alzaron entonces a una su voz para decirle: · -Abuelo, cuéntanos también esa historia. -Es larga de contar -replicó él-. Pero, si os agrada, vamos a hacerlo en el chinchorro, que ya la noche avanza y el cierzo menudea. Uno tras otro fueron entrando en la churuata, te– niendo los mayores que hacer inclinación al pasar por la puerta. Tres fogones, alimentados por gruesos leños, proyec– taban ridículas sombras contra la pared. El humo re– cargaba el ambiente ya insano de aquella morada tétrica y, al compás del monótono ntido que hacían las hamacas (1) «Tauná" es nombre propio de varón y corresponde esta 00115- telación a la Osa Mayor nuestra. Las cuatro ruedas del carro es el horno donde forja los rayos. (2) La constelación indígena de «Temekán" es la más grande y también la más importante entre ellos. Comprende las Pléyades y los gmpos de Aldebarán y Orión. Las Pléyades son la cabeza de Teme– kán ; el cuerpo lo forman Aldebarán y una serie de estrellas peque– ñas en ángulo agudo; Belatrix y Metelgeuze forman los muslos; el cinturón de Orión es la pierna que le quedó a Temekán, y la estre– lla Rige! con cuatro pequeñas forman el «muroii> o banquillo que Temekán se amarró a la pierna al subir al cielo. 86

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz