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Grandes mesetas Iimítanlo hacia el Norte, que por i.o extensas y aparentemente continuas, han dado su nom– ibre a la región: La Gran Sabana. · Pndos incontables al Oeste y Septentrión h:rindan ¡pingue negocio a los amantes del agro, con su fecunda tierra saturada de humus. Cíclopes de .arenisca, a lo largo del Oriente, hierguen sus peladas cabezas vigilando a los ID,oradores del pací– fico valle ; mas sin descender nunca de su diorítica silla. El bohío, sólidamente construido con madera de pur• guo y araguaney, techo de carata, pared de bahareque, elipsoidal, cuyo diámetro no excede los seis metros, sin ventanas y una sola puerta, el'a preciado la1· de veintitrés personas unidas por los grados más estrechos de parentes– co: abuelos, padres, hijos, yernos, nietos y biznietos. Allí, una tranquila tarde, cuando el sol por entre gruesos celajes enviaba sus mortecinos rayos, dorando el cónico tejado de la churuata, viejas y doncellas, sentadas cabe la pared sobre el duro suelo, hilaban el algodón de silvestres algodoneros al estilo más primitivo, tejían ha– macas, fabricaban güenepes, mosás... y fluía la conversa– ción en el caribe idioma corriendo parejas con la veloci– dad del huso. -Nosotros -interrumpió una india de veinte años, madre ya de dos 1·apazuelos que jugueteaban con el algo– dón sobre su desnudo regazo-, nosotros viviendo aquí vida tranquila, es verdad, pero no buena, porque nos– otros aquí sufriendo mucho, no teniendo narita. --Tú tener rezón -replicó otra vieja-. Nosotros no teniendo narita, porque no sabiendo. Gente afuera vi– viendo mejor. Yo ha oído otros indios decir que afuera, lejos, haber gente blanca que teniendo mucho de torito, porque sabiendo mucho.
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