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ANHELOS DE UNA RAZA INCULTA 1.-EL BOHIO DE APIYAIKUPUE. E N los confines septentrionales del Vicariato Apostó- lico del Caroní, lejos, aislado, silencioso, el bohío de Apiyaukupué reposaba, cual nido de garza, entre la verde hierba de un valle anchuroso y ameno, que elabo– ró a fuerza de eros.iones el turbulento río Kunenán. No me pregunte el lector por la etimología de aquel nombre. Sencilla, como el alma de sus moradores, no se pierde en los mitos y divagaciones fantásticas, quebrade– ros de cabeza para ciertos eruditos que se empeñan en arrimar el ascua a su sardina escandalosamente. Al lado tiene una laguna -kupzié en el idioma de los nativos-– sobre cuyos bordes crece el árbol taparo que esos indios llaman apiyáy, y hete aquí descifrado el enigma de la pa– labra: Apiyaikupué, laguna del taparo. 82