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también conveniente para los fines que persigue el Go– bierno de Venezuela, pues está para esto en la frontera con la Guayana Iglesia, y para lo otro, en medio de una 1·egión bastante poblada de indios. Desde este sitio, con lancha motorizada se puede atender prontamente a los que viven en los caños de Curiapo, Guara, Guaracaha, Anahari y Cuyubini, con los que sus afluentes, Yama, J oi– bida, Guasicoro y Guayacaicoro, e igualmente a los de Siburujana, Coroceima, Simacaneima, Tocomabo, Morí- { camo, Secomaca y Simacoba, y aun los del caño Aruca, afluente del Barima. Mas tenía un inconveniente, velado por factores natu– rales, que no se pudo conocer sino después de madura y dolorosa experiencia: era intensamente palúdico. Notadas las primeras fiebres, se pensó que la infec– ción podía venir de los lagunazos que hay en la falda del cerro, se canalizaron éstos para dar movimiento al agua, mas las fiebres persistieron. Creyóse entonces que prove– nían del agua de lluvia que usaban para beber, recogida de los techos de temiche ; después de mucho explorar die– ron con una fuente de agua cristalina, distante de la casa 700 metros aproximadamente, y por medio de tubería galvanizada hicieron la conducción hasta los depósitos, pero las fiebres no cesaban. Finalmente, se atribuyó el origen a la plaga de mosquitos y, examinados algunos anó– :Eeles, resultaron ser portadores de un germen terrible– mente palúdico. Esto vino a determinar el abandono de la Misión en 1940 después de valiosas pérdidas, ingentes gastos y enormes trabajos. 74