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4.-I"A M[S!ON DE SAN Jl()SE. A las doce de la noche, minutos más o menos, anclá– bamos en el puerto de nuestra segunda Casa-Misión, San José de Amacuro. Los primeros que u~s saludaron fue– ron los perros, y detrás vinieron los padres Benigno y Fé– lix con los ojos más cerrados que abiertos. Como no pu– dimos llegar a la misma orilla por la excesiva cantidad de camelote, en parte allí nacido y en parte depositado por la corriente, tuvieron que salir dos indios a recoger– nos en una curiara. Abi-azamos fuertemente y con efu– sión a nuestros hermanos, cual suele sucede1· en tales ca– sos, cambiamos ligeras impresione·s, y... al chinchorro, que de día se verá mejor. Erigida esta Casa-Misión el año 1928 por abandono de. la que en 1925 se estableció en el río Barima, es la segunda más importante del Vicariato (l ). Hállase sobre un cerro, denominado Bauza o ,v auza, que está en la mar– gen izquierda del río, 140 kms. más adentro de la boca, y es estribación de la sierra de Imataca. Su altura no pasa de doscientos metros sobre el nivel del mar, pero desde él se alcanza un extenso panorama salpicado de lomas y cerros, todos cubiertos de apiñada vegetación. Mesado constantemente por la brisa del Atlántico, que llega saturada de yodo, su temperatu1·a es fresca y su ambiente agradable. A unos cincuenta metros de su base, por la parte que mii-a al río, tiene una explanada de 800 metros cua– drados aproximadamente, y éste fue el punto elegido pa– n1 enclavar las casas y dependencias de la Misión. El lugar es estratégico para la atJción misional y (1) Esto era el aiio 1931, cuando se efectuaba La excursión. 73

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