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2,-AGUA Y SELVA. El día 15 de abril de 1932, a la mañana, rompimoí!I río arriba en una lancha motora, no con gran ventaja, porque íbamos contra corriente y contra la marea, que en estos meses de estío tropical se adentra leguas y le• guas sobre el Orinoco. Caño Manamo, e.año Macareo, caño Grande, caño Ara• guao ... ¡Caños a cada paso, a derecha y a izquie1·da ! Hay aquí dos clases de terreno bien definibles. El de !a derecha siguiendo el curso del caño principal o Río Grande, está formado por estribaciones de la sierra d·e Imataca, que son un complejo de cuarzos ferruginosos y gabros intrusivos. El de la izt1uierda es un solo plano de islas formadas por greda de acumulación, cuyos bor– des son la parte más alta del teneno; el interioI, por lo regular, son lagunazos o rebalses intrnnsitables en todo tiempo. Uno y otl'O hállam¡e cubiertos de espesísima selva siempre verde, la cual mantiene constantemente un alto grado de humedad haciendo pesado el ambiente y difícil la traspiración. La monotonía del paisaje cae sob1·e el ánimo co– mo una maza aplastadora. ¡Agua y selva poI todas par– tes ! Pudiérase decir que todo aquí está sume1·gido en el agua y que el elemento líquido es el gran factor que re– suelve todos los problemas de la economía. Por eso los ahodgenes de estas tienas son llamados guaraúnos, esto es, gente del agua o gente de la canoa. ¡Agua y selva! ¡Humedad y bochorno! Me sentía como embotado. Para sacudir un tanto la pesadez, tra– bo charla con el mecánico de la lancha, el simpático Mo– gollón. 51

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