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baña y atraviesa dicho territorio. De aquí que a Upata se la considere como ¡ La sultana del Y uruary ! El casco de su población encierra unos cuatro mil habitantes, gente culta, de trato ameno y afable, con so• !ern y abolengo aristocrático, que ostentan en los apelli– dos de entronque español y en las casas de rancio estilo colonial. Esparcidos poi· los aledaños y lugares, en un rndio de doce a quince leguas, hay otros nueve mil, que tam– bién deben se1· atendidos espiritualmente por el párroco de la villa. Son éstos sencillos agricultores de café, yuca, maíz, plátanos y caña de azúcar, o pastores de ganado mular y vacuno, que dejan correr su vida agreste trnnqui– la, a veces un tanto bullanguera cuando celebran sus l'e• uniones o velorios para danzar el típico joropo al son del cuatro y la marca, pero sin dál'selas ni poco ni mucho de las pl'ivaciones que aguantan del orden material y más aún del espiritual. A éstos me iba a dedicar yo pl'incipahnente como coadjutor de la parroquia, pues el propio párroco te– nía por demás con los de la población. 4.---M-ONTANDO BRIOSO CABALLO Fe inquebrantable, espfritu denodado, corazón inmen– so se requería para desafiar las enormes distancias, el sol que abrasa, la breña punzante, el tremedal que acecha, las fieras que braman ... e ir a los caseríos lejanos, a los remotos vecindarios, a depositar allí las consoladol'as ve1·– dades de nuestra rnligión. Mas, otros misioneros lo habían hecho antes que yo y, alentado con su ejemplo, supliqué muy de veras a nuestro Señor y a la Santísima Virgen me
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