BCCCAP00000000000000000000745
rrado con tres dobles, imposible de perforar. Hay en ea– ta selva tres arborizaciones: la de las matas pequeñas, la de los arbustos y la de los árboles gigantes. ¡A un gustazo, un trancazo ! Al júbilo de sentir la proximidad de auxilio, la tristeza .de su fuga. ¡Veinticua– tro horas de hambre, de sed y de infortunio !... Volvemos a acostarnos en el suelo, a hacer cábalas, a trazar planes, a levantar castillos en el aire .. . 4.-CINCUENTA GRAMOS DE MAIZ. La angustia de no tene1· agua con que aplacar la sed de aquellos pobres enfermos me ponía nervioso. Me levanto, me meto por la espesura del bosque, aparto lianas y bejucos, sigo con trabajo a ver si encuen– tro un arroyuelo ... Me detengo; oigo como pisadas sigilo– sas ... Doy un grito; nadie me responde. Tengo miedo de perderme, de ser devorado por una íiera, de dejar a los otros desamparados. Vuelvo hacia atrás... -¿No ha encontrado agua? -pregunta Lina Vallés. - ¡Nada! Soledad y miedo es lo que hay por ahí. -¿Ni una fruta silvestre? -agrega Marcano. -¡Nada! - ¡Oh, si hubiera un poco de whisky! -exclama mís- ter Grah. (El había llevaJo consigo un cuarto de litro, que utilizamos momentos después de la caída.) -O siquiera un poco de tabaco- -agrega Marcano. -¡Hombre! -interrumpo-. Recuerdo que yo traía un moño, de ésos de estilo brasileño, y algún librillo de papel. Voy a buscarlo, que, aunque no mate el ham– bre •ni la sed, algo nos distraerá . 252
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz