BCCCAP00000000000000000000745

-Arriba, muchachos, que los paJaros nos han co– gido la delantera. ¿No hay desayuno? A fo , que tengo hambre. Se levantaron, envolvieron sus hamacas y se pusie– ron a calentar agua para hervir unos trozos de pescado~ colocándose todos silenciosos en cuclillas alrededor de la lumbre. Junto a ellos me coloqué yo en igual posición y empecé a hablarles de esta manera: -Escuchad: Vosotros sois indios; yo soy civiliza– do. Un indio no puede saber las cosas como las sabe un civilizado. Yo supe en seguida que vosotros me íbais a abandonar esta noche, y os lo impedí para que sepái& que un civilizado sabe más que un indio y para que oyé– rais lo que os voy a decir: Yo vengo de España, un país que está muy lejos de aquí, pero que es muy bonito, tiene abundante comida de muchas cosas y se viaja con facili– dad para cualquier parte sin pasar los trabajos que se pa– san aquí; allí tengo yo muchos amigos y familiares que me quieren. Sin embargo, todo eso lo dejé para venir a veros a vosotros, para enseñaros, y lo poco que ahora sa– béis, lo sabéis porque de mí lo habéis aprendido ¿ no e11 verdad? Todos asintieron. Y proseguí: -Si ahora vosotros me abadonáis aquí, ¿ qmen va a enseñaros más cosas? Ningún misionero querrá venir, porque todos sabrán lo mal que a mí me habéis tratado , y lo sabrán aunque no vaya indio alguno a decírselo, por– que los civilizados sabemos las cosas de un modo que no podéis saberlos los indios. Además, yo no he venido a ver solamente a vosotros, sino también a vuestros com– pañeros; y más arriba tenéis compañeros, a los cuales debo visitar. ¿Tengo yo la culpa de que vuestros com– pañeros vivan tan lejos y de que la navegación sea tan 212

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz