BCCCAP00000000000000000000745

ga viene a encontrarse en una mies tan exigua ! ¡Hay que hacer un acto de verdadera fe y considerar que una sola alma vale más que todos los tl'abajos y fatigas del mundo ! Pernoctamos allí dando yo mis instrucciones doctl'inales como si estuviera ante un auditorio de qui– nientos o de cinco mil. 2.-VIVIENTES ACUATICOS. Al día siguiente seguimos remontando. Agregué dos indios de este rancho para ver si adelantábamos un poco más. A cada paso nos sorprendía el súbito golpe de cier– tos animales que en Venezuela llaman perros de agua, los cuales se lanzaban de la orilla y volvían a aparecer a los quince o veinte metros asomando sus cabezas peludas, de ojos rasgados y mirada inquieta y penetrante, dando fuertes resoplidos, moviendo las patas para mantenerse a flote, y nos iban siguiendo, siguiendo ... hasta que, cansados, nos abandonaban. Tienen la forma de un perro mediano lanudo, hocico achatado y patas cortas; dicen que su mordedura es feroz, pero que no atacan si no se ven acosados. En la selva no abundan mucho, que digamos, los animales dañinM, por lo que hemos visto ; mas en eJ río, poi· lo que vamos viendo, escasean más. Sólo de dos caimanes hice mención al principio de mis relatos, y ahora la hago de estos bichos raros. Me habían contado, y también recuerdo haber leído, que por estas corrientes abunda el pez llamado caribe, bicho pequeño, de vora• cidad tal que en un dos por tres deja al más guapo na• dador en los huesos. Confieso que yo no lo he visto sino en el plato, y, a fe, que es exquisito. Mas el hecho de ha- 208

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz