BCCCAP00000000000000000000745

7.-UNA OBJECI-ON. Escuchaban atentos mis exposiciones de doctrina 1 a veces gustaban de meter baza en los temas haciendo sus preguntas. Así, hablándoles yo de la bondad de Dios Nuestro Señor y cómo de El recibimos todo cuanto te– nemos, uno se levantó para argüirme : -Sí, Dios será bueno con vosotros los civilizados, que os da tantas cosas; pero a nosotros, indios pobreci– tos, no nos da nada. A vosotros os da telas para vestir, escopetas para cazar, acordeones para divertiros. Aquí nada de eso tenemos. - ¿Y crees tú -le repliqué- que Dios da esas cosas así hechas a los civilizados? -Entonces -repuso-, ¿los civilizados saben hacer esas cosas? El creía que tales objetos caían, como el maná, llo– vidos del cielo. Híceles ver cómo Dios daba las materias de las cuales se hacían, y que esas materias las había también en el suelo de ellos, y cómo los civilizados, por– que eran estudiosos y trabajadores, aprendían a hacedas. Por eso nosotros, los misioneros, veníamos a enseñarles p rimero otras cosas más necesarias y que si las apren– dían, con el tiempo llegarían hasta a hacer aquéllas. Que– daron muy satisfechos y animados para aprender, y yo lo quedé de sus buenos deseos y hospitalidad. 8.-SALTAMONTES Y CULEBRAS. El 24 de septiembre salí de Pratahuaká con direc– ción a Uonkén. El día amaneció hermoso y despejado. Remontamos una empinada cuesta, en la que tuvimos 172

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz