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nía más población de indios y el teueno era más fértil ; pero los trabajos eran casi los mismos. Nuestra base de evangelización y colonización es re– coger los indiecitos de ocho a doce años e internarlos en colegio hasta la edad de contraer matrimonio, para dar– les una educación completa, que no poddan recibir re– sidiendo en las chozas de sus familiares. Indigenistas ha habido que se han pronunciado con– tra este método de colonización por los Internados. Pero se deja ver que tales indigenistas no han sido misioneros y conocen al indio sólo a través de la luz que les entra por su escritorio. Donde el lugar reúne. todas las condiciones para una buena y sólida educación, no hay escuela educadora como la del hogar. Mas el hogar indígena -de estos indios hablo, de vida tan primitiva y autónoma-, no sólo ca– rece de las condiciones esenciales para una buena y só– lida educación, sino que el ambiente de él es contrario al desarrollo de esta planta allí absolutamente descono– cida. Esto sentado, ¿ qué pretenderán dichos indigenistas'? ¿Que empecemos por reformar los hogares ya constitui– dos? ¡Admirable, si ello fuera posible! Mas tan imposi– ble es eso, como enderezar un árbol añoso y hacer que cambie sus frutos. ¿ Querrán, pues, que nos concretemos a educar a los niños durante las breves horas de escuela o colegio ex– terno? Mas ¿ quién responderá de que la buena semilla de la educación, sembrada en los corazones de esos pár– vulos durante las cortas horas de clase, no será malogra– da después durante las muchas que pasan fuera, donde el terreno es desapropiado para su desarrollo? No hay duda de que el método más eficaz, aunque H6
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