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SANTA ELENA DEL UAIREN 1.-¿A VER SI SE AHOGA? A los ocho meses de mi estancia en Luepa -marzo de 1935-, cuando ya empezaba a barbotar el idioma de aquellos indios, recibí orden de trasladarme a la otra Mi– sión de la Gran Sabana, la cual lleva por nombre Santa Elena de Uairen y dista de la de Luepa unos 120 kilóme– tros hacia el Sur, cerca ya de la frontera con el Brasil. No sentí mucho dejar la casita de Luepa; más bien, compadecía a los misioneros que en ella quedaban, pues desde un principio me pareció que nunca había de tener gran florecimiento dicha Misión en aquellos estepales. El tiempo se encargó de rubricar mis augurios. A los ocho años de vida lánguida -1940-- tuvieron que trasladar– se para otro punto más fértil y céntrico, cerca de las na– cientes del río Karuái y unos 50 kilómetros al Oeste de la que dejaban. 141

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