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ESTUDIO DE LA QUINIELA ESPAi,!A - EXTRANJERO es un "uno", no faltaría más. Todavía tenemos que enseñar al mundo muchas co– sas impor:antes: fidelidad a la Iglesia, teología se– ria, costumbres sanas, religiosidad recia, sentido cristiano de la familia, etc. Es inoportuna la "im– portación" de experiencias pastorales porque lo que en el extranjero puede ser conveniente aquí no hace falta y está desambientado. No es igual un pueblo desacralizado o dividido por el pluralismo conlesional que un pueblo de creyentes como lo es 1elizme1te el nuestro. CIELO-TIERF.A es otro "uno" indiscutible. "María op– timam par.em etegít". La misión del sacerdote es predicar el Evangelio y dedicarse a "ea quae Deo sunt". Cristo no vino como sociólogo, ni como eco– nomista ni como político. Vino, sencillamente, a en– señar el camino de la salvación como lo dijo ex– presamente en multitud de ocasiones. El mismo Concilio recuerda insistentemente que el hombre -y !a misma Iglesia- son peregrinos del Padre. Es una dcctrina tan clara que no admite tergiver– saciones: ✓osotros no sois de este mundo, mi rei– no no es de este mundo, vine para tengan vida --vida so:,renatural, claro- "et abundantius ha– bea.nt ". IGLESIA- CONCILIO no puede ser más que un "uno" La. Iglesia 1a sido desde siempre la Esposa de Cris– to, ha tenido desde su fundación la asistencia del 179

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