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de los pájaros de mal agüero que nunca faltan al lado de los que emprenden obras grandes. A pesar de las dificultades, el optimista tiene un slogan que nunca falla: "Al final, esperanza". El pesimismo es, de modo paralelo al optimismo, un estilo de ser que comporta una forma de actuar. Es una visión del mundo, de los acontecimientos y del hombre que les da sentido. Generalmente, el pesi– mismo hace su aparición en la vida del adolescente cuando se despierta su sentido crítico para culminar en la edad madura. El pesimista es el hombre que "viene de vuelta de todo", que es:á prácticamente al final de la calle, "que se las sabe todas". Todo esto equivale a decir, en la lógica de sus ideas, que "ya no se fía de nada ni de nadie". Entre las motivaciones del pesimismo no es infre– cuente que las aguas bajen turbias desde la infancia. Las estadísticas y encuestas de sociología concuer– dan en un problema de base: el ambiente familiar vi– ciado por el desorden, la falta de armonía entre los esposos, los disgustos, los fracasos de todo tipo influ– yen decisivamente en la configurac ón humana y espi– ritual del niño. Los fracasos en la Universidad oscure– cen el futuro del adolescente se siente despechado, quizá desplazado, lo que agudiza su sentimiento de in– ferioridad frente a la vida. Luego, en la vida social el hombre que se siente "fracasado" adopta posturas crí– ticas y, con frecuencia, agresivas. Sin embargo, no siempre es el fracaso la causa del pesimismo. Por el camino de las facilidades, del éxito, de la fama y de las situaciones de privilegio se desem– boca también en el pesimismo. Porque estas cosas-la excesiva facilidad del que lo encuentra o lo tiene todo 169
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