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EL JUSTO IVEDIO la renovac1on "adecuada" no es una exhortación piadosa ni una opción libre. Es un mandato expreso y una urgencia inaplazable que se impone a la con– ciencia del cristiano. Ningún horrbre responsable pue– de hoy marginarse del problema, ya que toda inhibi– ción en este caso sería irresponsable. Pensar que no queda nada por hacer es una postura cómoda y triun– falista que, con los hechos a la vista, resulta utópica, ingenua y de espaldas a la realidad. La humildad, que es verdad, nos hará sensibles ante la enorme y arries– gada tarea que queda por delarte. Pensar que hasta ahora no se ha hecho nada es irjusto porque hay mu– chos homb:res empeñados seriamente en la renova– ción. La primera medida es quitar de en medio a los ex– tremistas. Son elementos nocivos a la hora de cons– truir una obra que necesita tanta inteligencia, ponde– ración, sentido común y equilib-io. Hacen falta hom– bres de espíritu ab:erto y de ideas muy transparentes. Los locuaces, los superficiales, los resentidos no sir– ven. Los satisfechos, los burgueses, los anodinos tam– poco van a aportar nada válido. Sin prevención clasis– ta, sin prejuicios ideológicos, sin favoritismos unilate– rales hay que convocar a todos los elementos aprove– chables y poner el veto a los turbadores de la colabo– ración frater;1a. Y hay que poner en lugar visible un recuadro que diga: "Se reserva el derecho de admi– sión" para que la seriedad y la eficacia presidan todo quehacer. i57

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