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que cerráis el reino de los cielos a los hombres! ¡No entráis vosotros ni dejáis entrar a los que quieren!" -"¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas, que recorréis mares y tierras para hacer un pro– sélito, y, cuando llega a serlo, lo hacéis hijo de la gehenna dos veces más que vosotros..." -"¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas, que pagáis el diezmo de la menta, del anís y del comino y descuidáis lo más importante de la Ley: la justicia, la misericordia y la buena fe!". -"¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas, que limpiáis por fuera el vaso y el plato que por dentro están llenos de rapiña y codicia". -"¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas, que sois como sepulcros blanqueados, que por tuera aparecen hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundi– cia". -"¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas, que edificáis sepulcros a los profetas y adornáis las tumbas de los justos, y decís: "Si hubiéramos vivído en tiempos de nuestros padres, no habría– mos participado con ellos ef1 la muerte de los profetas!". Así testificáis contra vosotros mismos que sois hijos de los que mataron a los profetas! La pasión dominante del fariseo es aparentar. To– do se supedita a las apariencias externas: cumplimien– to externo de normas y tradiciones, ritos legales, bon– dad superficial, gesto esmerado. Para dar sensación de austeridad se compone el rostro y aparenta triste– za. Cuando ayuna, cuando reza, cuando cumple la ley 139

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