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Todo esto nos 1ace pensar que el resentido es un va– nidoso y un egoísta. La vanidad del resentido reviste matices cómicos de ingenuidad. En igualdad de circJnstancias, el hom– bre sencillo se considera uno más en el grupo al que pertenece. El resentido, que "quiere y no puede" -le falta categoría humana y personalidad moral- se in– ciensa a sí mismo, hace propaganda de su valer, se entroniza en el centro polarizando la atención de los demás en sus éxitos, reales o inventados, casi siem– pre pequeñitos. Con esto cae en el ridículo porque "se nota mucho" el aparato propagandístico y en se– guida se ve que no merece la pena. "Querer y n:, poder" es la expresión que define puntualmente le situación humana y espiritual -tam– bién moral- del resentido. Para llenar esa laguna or– questa el resentido "campañas" publicitarias con la única finalidad :le dar relieve a su ::>ersona. No impor– tan los motivos reales o los pretextos de su vanidad: el político presenta su candidatura despotricando con– tra el partido oe la oposición o, si las circunstancias son favorables, contra una persona determinada, que es la que le hace sombra; el economista "revisa" la balanza de pag'.)s, las importaciones, los Planes perió– dicos para destacarse como hombre entendido y posi– ble candidato; el literato se lamenta de la "decadencia" de nuestrn tiempo, decadencia que hace posible que se dé un premb na.cional a plumas tan mediocres. .El resentido es un ambicioso ínregra/ y un egoísta inde·cente. Adopta actitudes de servflismo, contempo– riza y se junta al sol que más calie,ta para "situarse" 121

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