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zancadilla o a la difamación para rebajar al hombre que reconoce infinitamente superior a sí mismo. Es que se siente "desplazado", orillado o marginado y se reconcentra ,en su interior ignorando y despreciando. El resentido es un hombre sin generosidad. Todo lo centra en su persona, en sus proyectos, en sus co– sas. Vive al margen de los problemas y de los sufri– mientos de la sociedad que, en el fondo, no logran más que resbalar sobre la periferia de su sensibilidad. Es una persona incapaz de comprensión ni de ternura. Para Marañón la nota distintiva e individualizante del resentido es "el ser incapaz para el amor; inicialmen– te, un ser, en suma, de mediocre calidad moral". Ya se ve, por este diagnóstico, la triste catadura hu– mana del resentido. Carece de las condiciones funda– mentales del ser sociable y es siempre un elemento de fricción, de descontento y de repudio. Es curioso cons– tatar que el resentido es rehuido por sus compañeros por una especie de instinto: no tiene amigos porque la amistad supone apertura y afirmación del prójimo y el resentido no piensa más que en sí mismo. Enclaus– trado en su pequeño mundo, al margen de lo que pa– sa porque no le interesa -ni siquiera lo percibe- aca– ba por ser un aislado, un solitario, un amargado. La supervaloración de sí mismo está en la raíz de todo resentimiento. Los demás significan algo en fun– ción de sí mismo, como trampolín para un ascenso, como respaldo para sus actuaciones. En el momento en que pierden este valor utilitario y rentable, el re– sentido busca el sol que más calienta. El resentido sue– le degenerar en aliado contra quien fue su amigo, en agresor de los caídos, en crítico acerbo de aquellos que le han favorecido cuando no espera más favores. 120

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