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274 P. PIO M.ª DE MONDREGANBS¿ O. P. M. CAP. 7.ª Yo haré que las almas tibias se hagan fervorosas. Y las almas fervorosas se elevarán rápidamente a una alta perfección. 8.ª Yo comunicaré la suave unción de su caridad so– bre las comunidades que le honren. 9.ª Yo bendeciré las casas donde la imagen de mi Corazón sea expuesta y honrada. 10. Yo concederé a los sacerdotes el don de conmo– ver los corazones más endurecidos. 11. Las personas que propaguen esta devoción ten– drán escrito su nombre en mi Corazón y no será jamás borrado. 12. Yo te prometo, en la excesiva misericordia de mi Corazón, el amor todopoderoso a todos los que comul– guen los nueve primeros viernes consecutivos del mes ; la gracia de la penitencia final ; no morirán en mi des– gracia ni sin recibir los Sacramentos, y en mi Corazón tendrán el más seguro asilo en el último momento. Esta última se llama la Gran Promesa de la muerte en gracia de Dios. Es de un gran consuelo para los devo– tos del divino Corazón (28). <(Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno escu– cha mi voz y abre la puerta, yo entraré a él y cenaré con él y él conmigo. Al que venciere le haré sentarse conmigo en mi trono ; así como yo también vencí y me senté con mi Padre en su trono» (29). Dios está a las puertas de nuestros corazones y llama ; a quien le escucha, abre y cumple su voluntad, llenará de gracias y de gozos inefables. Los devotos del Corazón (28) Cf. A. RAMÓN, Histoire de la dévotion au Sacré Coeur, t. V, Royal triumphe, cap. V, págs. 153-155, París, 1939. (29) Ap., III, 20-21.

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