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232 P. PIO M."' DE MONDREGANES, O. P. M. CAP. las potestades, contra los dominadores de este mundo tenebroso, contra los espíritus malos de los aires. Tomad, pues, la armadura de Dios para que podáis resistir en el día malo y, vencido todo, os mantengáis firmes. Estad, pues, alerta, ceñidos vuestros lomos con la verdad, re– vestida la coraza de la justicia, y calzados los pies, pron– tos para anunciar el Evangelio de la paz. Abrazad en todo momento el escudo de la fe, con que podáis hacer inútiles los encendidos dardos del maligno. Tomad el yelmo de la salud y la espada del espíritu, que es la pa– labra de Dios, con toda suerte de oraciones y plegarias, orando en todo tiempo con fervor y siempre en continuas súplicas por todos los santos y por mí» (139). Coloquios y súplicas. Tú, Jesús, que absolviste a la Magdalena y que oíste al Buen Ladrón, y que has per– donado a tantos pecadores arrepentidos, ¿no me perdo– narás a mí? En Ti confío, en Ti espero. Por tus dolo– res, por tu Pasión y Muerte, perdóname, Jesús. Lávame con tu sangre. Mándame venir a Ti. María, refugio de pecadores, ruega por nosotros ahora y en la hora de nuestra muerte. San José, Patrono de la buena muerte, protégeme. J:esús, José y María, asistidme en mi última agonía, y con Vos descanse en paz el alma mía. :,aculatoria. Seré apóstol de la devoción al Sagrado Corazón y practicaré la comunión de los nueve primeros viernes ; de este modo el Sagrado Corazón cumplirá las promesas que hizo a Santa Margarita de Alacoque. (139) Ef., VI, 10-19.

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