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HORNO ARDIENTE DE CARIDAD 231 a) Los moribundos suelen temer por los pecados co– metidos durante la vida pasada. Le suele asaltar la duda: ¿Serán perdonados? ¿Los habré confesado bien? ¿He tenido verdadero dolor de mis culpas? Estos y semejan– tes pensamientos, algunas veces, atormentan a los que se consideran ya a las puertas de la muerte. Dice el Señor por boca de Ezequiel: «Volveos y convertíos de vues– tros pecados y así no serán la causa de vuestra ruina. Arrojad de vosotros todas las iniquidades que cometéis y haceos un corazón nuevo y un espíritu nuevo» (137). b) El que está en peligro de muerte no será abando– nado del Corazón divino, que murió para salvarle ; le asistirá por medio de sus ministros; por los Sacramen– tos y oraciones de la Santa Iglesia ; por la intercesión de la Virgen, de San José y de los santos. El Buen Pastor dice que conoce a sus ovejas y «les dará la vida eterna, y no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de su mano» (138). e) ,J:esús les acogerá con amor misericordioso. A los amantes y propagadores de su devoción, y a los que ha– yan comulgado los nueve primeros viernes de cada mes, les promete la salvación eterna. Morirán en gracia y amis– tad de Dios. El Corazón divino les unirá a sí eternamente. María les abrirá la puerta del cielo. 3. San Pablo escribía a los efesinos: «Por lo demás, confortaos en el Señor y en la fuerza de su poder ; vestíos de toda la armadura de Dios para que podáis resistir a las insidias del diablo; que no es nuestra lucha contra la sangre y la carne, sino contra los principados, conüa (137) Ez., XVIII, 20-21. (138) Jn:, X, 28.
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