BCCCAP00000000000000000000738

226 P. PIO M.ª DE MONDRBGANBS, O. P. M. CAP. El Hijo aceptó la misión que el Padre le confió, ofre– ciéndose Víctima de justicia y de amor por toda la hu– manidad. Con Corazón generoso se entregó a los dolores y a la muerte por nuestra redención y santificación. Consideremos cuánto costaron nuestras culpas al divi– no Redentor; debemos detestarlas, huir de las ocasiones y luchar contra las tentaciones. Pero si por nuestra ma– licia, debilidad o desgracia cometemos la culpa, recor– demos las tiernas palabras de San J:uan: ((Hijitos míos, os escribo esto para que no pequéis. Si alguno peca, abo– gado tenemos ante el Padre: a Jesucristo justo. El es propiación por nuestros pecados. Y no sólo por los nues– tros, sino por los de todo el mundo» (127). Coloquios y súplicas. ¡ Oh Corazón amabilísimo de mi Salvador, te doy gracias por habernos redimido! ((No hemos sido rescatados de nuestro vano vivir, según la tradición de vuestros padres, no con plata y oro, corrup– tibles, sino con la sangre preciosa de Cristo, como cor– dero sin defecto ni mancha» (128). ((Bendito sea Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo, que por su gran mi– sericordia nos reengendró a una viva esperanza por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, que os está reservada en los cielos>) (129). Quiero ser agradecido a tus inmensos beneficios y de– mostrarlo prácticamente con la santidad de la vida. Podemos preguntar: ¿Por cuántos pecadores y por cuáles pecados el Corazón de Jesús es Víctima? No hay (127) 1 Jn., II, 1-2. (128) l Ptr., I, 18-19. (129) 1 Ptr., I, 3-4.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz