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HORNO ARDIBNIB DE CARIDAD 223 el mundo, anunció por los ángeles a los hombres de bue– na voluntad. Esa es la paz con la cual saludaba a los Apóstoles en el Cenáculo y en las apariciones, después de la Resurrección. Esa es la paz que nos dejó: pacem rilinquo vobis, pacem meam do vobis. Esa es la paz de los justos. Seamos hombres pacíficos con nosotros mismos, en la familia, en el pueblo, en la parroquia, en la nación, en el mundo entero. El Corazón de Jesús se durmió y reposó en paz. Viva– mos, durmamos y reposemos. en paz. Coloquios y súplicas. Corazón dulcísimo de Jesús, como tranquilizaste el mar alborotado de Galilea, tran– quiliza también mi alma agitada por las pasiones. Calma las olas de mis pasiones y tentaciones. Reprime a todos mis enemigos para que me dejen en paz. Danos, Señor, la paz y la tranquilidad en el mundo; defiende a tu Iglesia perseguida en muchas partes ; díg– nate humillar a tantos enemigos que la combaten. Cora– zón de Jesús, por tu amor infinito, establece en todo e] mundo tu imperio de paz y de amor. Jaculatorias. Que todos los hombres vivamos unidos con los vínculos del amor mutuo y de la fraternidad uni– versal. Tu saludo, después de la Resurrección, era: Pax vobis. San Francisco de Asís, tu fiel siervo, saludaba también con la paz: Pax et bonum. Que nuestro lema sea tam– bién: Pax Christi.

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