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222 P. PIO M.ª DE MONDREGANES, O. P. M. CAP. secuciones y adversidades sin cuenta que se suceden cada momento? La paz del alma que vive en gracia de Dios es un don inestimable. En la paz del espíritu se puede contemplar a Dios. Procuremos imitar a Jesús en la paz interior y ex– terior ; en la familia y en la sociedad. Que Dios nos dé la paz que el mundo no puede dar ; la paz que supera todo sentido ; la paz con Dios, con el prójimo y con nosotros mismos. 3. San Pablo habla a los efesinos de la reconciliación de judíos y de gentiles por Cristo. «Por lo cual, acordaos de que un tiempo, vosotros, gentiles según la carne, lla– mados incircuncisión por la llamada circuncisión, que se hace en la carne, estuvisteis entonces sin Cristo, alejados de la sociedad de Israel, extraños a la alianza de la pro– mesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo ; muestra que ahora por Cristo Jesús, los que un tiempo estabais lejos habéis sido acercados por la sangre de Cristo ; pues El es nuestra paz, que hizo de los pueblos uno, derri– bando el muro de separación, la enemistad, anulando en su carne la Ley de los mandamientos formulada en de– cretos, para hacer en Sí mismo de los dos un solo hombre nuevo, y estableciendo la paz y conciliándolos a ambos en un solo cuerpo con Dios, por la cruz, dando muerte en Sí mismo a la enemistad. Y viniendo nos anunció la paz a los de lejos y a los de cerca, pues por El tenemos los unos y los otros el poder de acercarnos al Padre en un mismo Espíritu. Por tanto, ya no sois extranjeros y huéspedes, sino conciudadanos de los santos y familiares de Dios» (118). Esta es la paz verdadera que, cuando Jesús entró en (118) Ef., II, 11-19.

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