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HORNO ARDIENTE DE CARIDAD 219 comprendiésemos mejor la vida sobrenatural que El nos comunica, propuso la alegoría de la vid. <<Yo. soy la vid; vosotros, los sarmientos» (114). Los sarmientos vi– ven de la savia que reciben del tronco de la vid. Los fieles injertados en Cristo por el bautismo viven la vida de Cristo. j Oh qué grandeza del hombre que vive en Cristo, con Cristo y por Cristo ! Dichoso el Apóstol San Pablo cuando escribía : (( Estoy crucificado con Cristo ; y ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí. Y aunque al presente vivo en carne, vivo en la fe del Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí» (115). En la conversación de Jesús con Marta, en ocasión de la muerte de su hermano Lázaro, le dijo el Maestro: « Yo soy la resurrección y la vida ; el que cree en mí, aunque muera vivirá; y todo el que vive y cree en mí no morirá para siempre» (116). Por Jesús nacimos a la vida de la gracia y por Jesús resucitaremos a la vida de la glo– ria. El Mediador divino es el fundamento de nuestra fe y el motivo de nuestra esperanza. Viviendo en la tie– rra con Cristo viviremos con El eternamente en los cielos. Sufriendo con Cristo las penas de este destierro, gozare– mos con Cristo de las delicias de la patria. 2. Este doble concepto de vida y de resurrección que contiene esta invocación se halla admirablemente expreso en la Eucaristía. Jesús, hablando del pan eucarístico, dice: «Yo soy el pan de vida ; vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron. Este es el pan que baja de! cielo, para que el que coma no muera. Yo soy el pan (114) Jn., XV, 5. (115) Gal., II, 19-20. (116) Jn., XI, 25-26.
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