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Noviembre abandonar nunca y por el cual le vamos a reconocer en esta reseña biográfica. Tampoco le gustaba que le llamasen, según la terminología moderna, «hermano Casto»: no lo consideraba ni necesario, ni representativo, ni lingüísticamente correcto. Para él era un invento «progresista» que no tenía nada que ver con la tradición y no aportaba nada nuevo al auténtico espíritu de her– mandad. En 1928 se encontraba en el colegio de León completando los estudios superiores de la carrera sacerdotal que había deja– do sin concluir en el Seminario Diocesano. Profesó solemne– mente el 31 de agosto de 1930 y, adelantándose a los compañe– ros de su promoción, recibió las órdenes sagradas el 22 de mayo de 1932. Este mismo año comenzó sus trabajos sentando cátedra, en pequeño, como profesor en el Seminario Seráfico de El Pardo, enseñando historia, matemáticas, música ... Le gustaban mucho los instrumentos musicales, en especial la flauta, que manejaba con gran soltura y conservó durante muchos años. Le sorprendió la Guerra Civil cuando se encontraba predi– cando en Jesús de Medinaceli. Con cincuenta pesetas en el bol– sillo salió del convento, subió a un autobús sin rumbo ftjo, pues no conocía a nadie en Madrid y, al final, terminó en la cárcel. .. En abril de 1939 se reencuentra de nuevo en El Pardo con otros siete profesores del seminario que también se habían dis– persado al comenzar la guerra, tras haber sido expulsados del convento por los milicianos. En el Capítulo celebrado en León durante el mes de junio de 1939, se le asigna como nueva residencia la fraternidad con– ventual de Jesús de Medinaceli, continuando en este mismo destino durante los dos trienios siguientes. Fue encargado de 494

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