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Terminada su estancia en Caracas fue destinado a Ciudad Bolívar, donde ya, en 1964, había sido nombrado vicario de la fraternidad. Aquí permaneció la mayor parte de sus años, a excepción del período comprendido entre 1970 y 1972 que estuvo en la residencia de Macaracuay como vicario y los nueve arios pasados en Maracaibo. Juntamente con el nuevo superior, Román Paraja, y su com– pañero, Maximino de Castrillo, asumiría el compromiso de co– laborar en la construcción de la casa e iglesia de Ciudad Bolívar. Pasados unos meses después de su llegada a la ciudad, el 16 de septiembre de 1965 comenzó a funcionar el «Club de Limpia– botas», en las instalaciones inferiores de la capilla del Carmen. Esta residencia tiene su razón de ser y su pequeña historia. En 1927 habían fundado las Hermanas Franciscanas del Sgdo. Corazón, en Ciudad Bolívar, el asilo de San Vicente de Paúl para la atención a personas pobres y desvalidas. Este asilo pres– tó importantísimos servicios a los misioneros del Caroní, capa– citando en diversos trabajos a niñas procedentes de los centros misionales de Kamarata y Kavanayén y sirviendo de hospedería para los misioneros en tránsito por la ciudad. Siendo un lugar de tránsito obligado entre la Venezuela civi– lizada y los territorios indígenas, los misioneros intentaron abrir en 1957 una residencia, como casa de llegada y acogida de los misioneros del Caroní. Se iniciaron los trabajos de desmon– te, nivelación, cercado, desvío de una quebrada y construcción de un pozo en los terrenos ubicados junto a la Avenida Ger– mania. Los trabajos quedaron interrumpidos hasta que, en 1964, se asumió de nuevo el proyecto para la construcción de la residencia. Desde el principio los religiosos venían realizando su traba– jo en un apartamento frente al histórico paseo Orinoco, <:>jer- 477

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