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Octubre dar otros ministerios y ocupaciones para las cuales era reque– rido. Sin embargo, su mirada estaba puesta en las misiones. Desde muy niño se había despertado en él esta vocacióu cuau– do estaba en el Seminario de El Pardo: le entusiasmó la despe– dida de un grupo de misioneros preparados para salir hacia las tierras de Venezuela. Muy pronto se vieron cumplidas sus ilusio– nes. El 14 de febrero de 1942 embarcaba en el puerto de Barce– lona con otros compañeros, pisando por vez primera el campo misional el día 9 de marzo. Quince días permaneció en La Merced de Caracas para cumplir el ritual de aclimatación y, sin demoras, inició su partida hacia las tierras del Caroní, donde transcurrieron los casi cincuenta años de su vida misionera. Su primer destino fue Upata, sede entonces del Vicariato Apostólico del Caroní. Allí desempeñó las tareas docentes du– rante cuatro años con todos los trabajos y preocupaciones que lleva consigo esta labor, y más, como se puede suponer, tratán– dose de un seminario con estudios completos para la formación de sacerdotes indígenas. En marzo de 1946, atesorando ya una pequeña experiencia de lo que suponía el trabajo misional, fue destinado a la parro– quia de El Callao, desde la cual atendía también al pueblo de Tumeremo. Fue aquí donde Servando comenzó a tomar gusto por las actividades parroquiales, dando muestras de preferencia hacia este ministerio sobre cualquier otro. Dos años permane– ció en El Callao, hasta julio de 1948, fecha en que se hizo cargo de la parroquia el clero secular y se trasladó a Tumeremo con toda la fraternidad. Al poco tiempo salió hacia el centro misional de Kavanayén, donde se mantuvo un año dedicado a todas las tareas misiona- 456
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