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El P. José María ha sido considerado por todos como un prototipo de religfoso: trabajador, austero, serio, pobre, observante y espiritual. Todas estas virtudes se reflejaban en su exterior con una presencia digna y un porte limpio y ordenado. Hombre de pocas palabras, inspiraba a todos respeto y veneración. Aparentemente era lejano y desinteresado de los problemas humanos, pero, llegada la ocasión, sabía comportarse como un padre: comprensivo, amable en sus consejos, delicado en sus correcciones, ecuánime en sus compor– tamientos. Muy querido y admirado por religi,osos, sacerdotes y seglares, nunca negó el consejo que se le pedía, siempre tenía una palabra de ánimo en las dificultades que se le confiaban y siempre animó a todos con fraternal caridad. Santo, y con su alma llena de méritos, murió quien siempre había 11i11idn rrrn su alma ll«na d-P- f)ins. BIBLIOGRAFÍA: BOP 26 (1973) 29-31; Leite 117 126 s; AO 89 (1973) 147 s. 89

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