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de Oviedo donde se comprobó su grave situación. A primeras horas de la mañana su estado se hizo irreversible, falleciendo el 24 de enero de 1981. Contaba 58 años de edad. Presidió su funeral el obispo auxiliar de Oviedo ante más de 40 sacerdotes. El P. Santiago dedicó catorce años de su vida religiosa a la ense– ñanza y formación de los seminaristas, trabajando siempre con gran interés. Dedicó otros dieciocho años al gobierno de nuestras frater– nidades y a los ministerios parroquiales, entregándose eficazmente al servicio de los fieles y, de una manera muy especial, a la cateque– sis de los niños: mejoró las instalaciones materiales; corresponsabi– lizó a los padres de la educación religiosa de sus hijos y, respetando las enseñanzas de la Iglesia, supo adoctrinarles con los métodos pedagógicos más eficaces. Rasgos característicos de su personalidadfueron la firmeza, el orden, y el interés por hacer las cosas bien. Muy amante del buen nombre de la Orden, trató siempre de trabajar con seriedad y responsabilidad, siendo exigente consigo mismo y reclamando esta misma responsabilidad a los demás. Nunca hizo alarde de sus éxitos, pero tampoco se acobardó ante las dificultades. Aparte de su dedicación a los menesteres parroquiales, extendió tam– bién su actividad pastoral al ministerio de la confesión de sacerdotes y religiosos y a la predicación de retiros espirituales, atendiendo, con gran cortesía, a todos aquellos que le reclamaban en busca de su consejo. Fue sumamente respetuoso con la doctrina y normas tradicionales de la Iglesia, pero tuvo también un espíritu abierto ante las nuevas corrientes que suponían un perfeccionamiento en los métodos educativos y pastorales. Profesó una sincera devoción a la Virgen. BIBLIOGRAFÍA: AO 98 (1982) 295; BOP 34 (1981) 51-53; Flash, n.º 46 (1981) 1 s. 61
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