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medad por espacio de treinta años. En 1990, después de regresar a Roma de sus vacaciones, pasadas en España, comenzó a sentir nue– vamente las dolencias intestinales, acompañadas de fiebre muy ele– vada: las consultas a los especialistas y los análisis realizados con los medios más sofisticados no le dieron demasiada luz sobre el origen de la enfermedad, aunque su intuición y la experiencia del pasado le incitaban a pensar en la gravedad de su situación. El día 18 de octubre de 1990 regresa a España y es ingresado en la enfermeria de San Antonio. El 20 del mismo mes queda internado en la clínica La Milagrosa y, a los cuatro días, es devuelto a la enfermeria con pronóstico desfavorable. A partir de esta fecha su vida se convierte en un calvario: interminables consultas a los especialistas, análisis clínicos, ingresos y salidas en el hospital de La Milagrosa, radiogra– fías, sesiones de terapia radioactiva... El 4 de marzo de 1991, la biopsia practicada certificó plenamen– te el diagnóstico esperado: Adeno-Carcinoma de colon. El día 2 de agosto, el Ministro Provincial le comunica caritativamente lo irre– versible de su enfermedad; el día 4 se le declara una tromboflebitis en la pierna izquierda; la anemia progresiva, la fiebre, y una profun– da infección abdominal fueron los acompañantes de la grave enfer– medad que terminó con su vida en la mañana del 13 de febrero de 1992. Falleció en la enfermeria de San Antonio cuando solamente contaba 58 años de edad. Como muestra de reconocimiento, se recibieron numerosos telegramas de condolencia por su muerte. Transcribo uno especialmente significativo: «En ausencia de los Superiores Mayores, que atienden a una conferen– cia de la Orden, el que suscribe, fr. Leopoldo Gallegaro, y toda la comuni– dad de la Curia General, expresan su más sentido pésame por la muerte de nuestro hermano Germán y elevan al cielo una oración por el eterno des– canso de su alma. ... En nombre de la Orden Capuchina, agradecemos a los hermanos de la Provincia de Castilla y a sus Jamiliares la dedicación plena de nuestro hermano Germán al servicio de la Orden.» 121

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