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En el pueblo de San Cristóbal, provincia de Zamora y diócesis de Astorga, nació Carlos Gil Mañanes, el 1 de septiembre de 1872. A los veinticuatro años de edad comenzó el noviciado en Bil– bao, tomando el nombre de Fray Crispín de San Cristóbal. Emitió la primera profesión el 14 de febrero de 1897, y la profesión perpetua el 27 de agosto de 1900. Su primer destino fue el convento de Salamanca. En los Capítu– los de 1904 y 1907 fue destinado a la reciente fundación de San Martín de Trevejo; en 1910, otra vez a Salamanca; en 1913, a Bil– bao; en 1916, a León; por tercera vez a Salamanca en 1925, volvien– do al convento de León en 1928. En 1934 pasó a la residencia de Ribadeo y, en el Capítulo de 1939, regresó definitivamente a T .eón, donde permaneció hasta su muerte. Su estado de salud fue, poco a poco, impidiéndole el normal desarrollo de sus actividades. Murió en su propia habitación el día 9 de febrero de 1951, a consecuencia de una embolia. Durante muchos años ejerció el oficio de limosnero, por lo cual era muy conocido y estimado en toda la región leonesa. Sirvió tam– bién a Dios y a los religiosos desempeñando los oficios de zapatero y refitolero. Muchas horas dedicó también al trabajoso oficio de hortelano, al que atendió con gran solicitud y esmero hasta los últi– mos días de su vida. Fray Crispín, un religioso «fiel y prudente» aun en las cosas más peque– ñas: fiel en el desempeño de su trabajo; prudente en su relación con las personas que trataba mientras ejerció el oficio de limosnero, edificando a todos ccrn sus virtudes religinsas. Otra cualidad, digna de consideración,fue su amor al trabajo, aunque su laboriosidad incansable no siempre le premió con los resultados más apetecibles. 105
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