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30 «... el Señor me dio hermanos» taba a aprender bien el catecismo... a ser buenos y a obedecer a sus padres ... ». Florecillas ignacianas El camino cotidiano de Ignacio, apoyado en su bastón desgra– nando las cuentas del rosario, en el subir y descender escaleras y calles de Cágliari, Dios lo ilumina muchas veces, haciéndose presen– te con intervenciones siempre dirigidas a dejarnos una lección y una manifestación de su providencia. Joaquín Franchino, un negociante muy rico, se lamentó con el superior de los capuchinos de Buencamino de que aquel hermano santo de la alforja jamás entraba en su casa a pedir limosna. Recla– mado por el superior, fray Ignacio tuvo que ir hasta allí, siendo acogido con mucha fiesta y metiéndole en su alforja blanca «un poco de dinero». Volviéndose por Porta del Angel al convento, fray Ignacio fue advertido de varias personas sobre la sangre que «gotea– ba» .de la alforja. · Ya en el convento, el limosnero mostró al superior la alforja llena de sangre. Fue preguntado sobre qué había allí. De rodillas, respondió fray Ignacio: «son bienes de los pobres». Y explicó cómo la riqueza de Franchino era resultado de la usura que venía practi– cando desde hacía muchos años, con «injusticia y medios ilícitos» y que era, por este motivo, por lo que él había sentido siempre repug– nancia de pedir la caridad de aquel hombre que «desangraba a los pobres». Sirvió la lección. Franchino restituyó a los pobres todo lo que había adquirido de mala manera. Para corregir los fraudes de un lechero que vendía «leche agua– da», fray Ignacio aceptó una oferta suya de leche y la hizo echar en su alforja. Puesta sobre la espalda, comenzó a gotear de ella «el agua que había mezclado» con la leche aquel vendedor esta– fador. ' Un día, volviendo con el compañero de cuestación al convento, con la alforja vacía, a poca distancia del convento, donde había unos hornos de cal abandonados, pensando fray Ignacio que no . t~nía pan para dar a los frailes, «comenzó a recoger piedras y a meterlas en la alforja y lo mismo mandó hacer a su compañero».

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