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80 P. PÍO M.ª DE MONDREGANES, O, F. M, CAP. humanidad condenada a los dolores y a la muerte ordena un plan de salvación que se irá desarrollando por etapas sucesivas. § I. Génesis, Exodo, Números, Ruth. Elige un puieblo singular del cual ha de nacer el Sal– vador. Lo guía y protege, aun milagrosamente, hasta que ve aparecer en este mundo al Mesías prometido. En el Génesis se nos refieren las historias de Abraham, de Isaac y sus dos hijos, Jacoh y Esaú; de José y de sus hermanos. La historia de José es una narración, tierna que con– mueve. La mano de la Providencia va señalando los pa– sos de su vida. Dios protege y bendice la conducta del pa– triarca José, justo y casto. En el Exodo se narra la historia de la salida de Israel de Ef:,ripto. En él se destaca la figura de Moisés, su liber– tador y caudillo. Salvado ele las aguas por la hija del Fa– raón, criado en la corte hasta la edad madura, está lleno de amor y compasión por sus hermanos oprimidos. La Pro– videncia le va preparando para su misión futura. Dios le llamó, como llamará después a Isaías, a Jeremías, a Eze– quiel y otros Profetas, para cumplimiento de sus prome– sas. Le con-cede virtudes taumatúrgicas y cualidades espe– ciales. Cumplida su misión, "murió Moisés en la tierra de l\Ioah, conforme a la voluntad de Yavé" (1), a los ciento veinte años, y no se habían debilitado sus ojos ni se ha– bía mustiado su vigor" (2). "No ha vuelto a surgir en Israel profeta semejante a Moisés, con quien cara a cara tratase Yavé, ni en cuanto a las maravillas y portentos que Yavé le mandó hacer en la tierra de Egipto corntra el Fa- (1) Deut., 34, 5. (2) Ibíd., 34, 7.

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