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DÍA L'C.-(<D!ES UNióNIS MYSTICAE» 711 --------- que atiende las oraciones de los humildes y de– sea el aprovechamiento de las almas que con ver– dad le buscan, no permitirci. que sean víctimas del engaüo. Sometiéndose a una sincera y dócil dirección espiritual de hombres sabios, virtuosos y experimentados, se acertará en las divinas ins– piraciones. 2) Voluntad de beneplácito.-Es un dogma de fe y una verdad fi:osófica que Dios creó, rige, gobierna y tiene providencia del mundo; que dirige todos los acontecimientos y dispone todas las cosas con número, peso y medida, y que, en último término, quiere que todo ceda siempre a su mayor gloria y nuestro bien eterno. La con– formidad de beneplácito consiste en someter nuestra voluntad a todos los acontecimientos providenciales que ocurran dentro o fuera de nosotros, permitidos o queridos por Dios, para su gloria y nuestra salvación. Los acontecimien– tos providenciales pueden ser prósperos o adver– sos para nosotros, agradables o desagradables, buenos o temporalmente malos. Todo viene del querer divino positivo o permisivo. Los bienes y los males, la pobreza y la riciueza, la enfermedad y la salud, los éxitos o los fracasos, las seciue– dades y los consuelos, la vida y la muerte, todo lo quiere o p2rmite el DueJ.o rrbsoluto del uni– verso. Sólo Dios no quiere ni le agrada el pecado, aunque también lo permite, sacando a veces de los males, bienes. Como escribe el Evangelio, es– tán contados los cabellos de nuestra cabeza, y no caerá imo sin ,la permisión divina; como igualmente no caerá un solo 11á;:;,; o en tfor;·a sin voluntad del Paclre Eterno 053). Grandes pérdidas sufrió el santo Job en las posesiones, en los hijos y hasta en la misma sa– lud. Despojado de todo y cubierto de llagas, ex– clama con resignación admirable: Si recibirnos los bienes de manos de Dios, ¿por qué no hemos dr;: recibir también los males? <157). Dios lo dió, (156) Matth., X, 29. (157) Sí bona succpimus de manu Dei. mala quare non s-uscipiamus? Job., II. 10.