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708 ((ALVEitNIA)) cuales Dios nos manifiesta el modo que debemos obrar; son como caminos que su voluntad so– berana nos ha trazado para que los sigamos sin temor de extraviar:1os. La autoridad de Dios en sí misma o la comunicada a las autoridades le– gítimas, son imposiciones manifiestas de la vo– luntad divina, las que no podemos rehusar sin contrariarla. No tratamos ahora de la diversa naturaleza de estas leyes, de su modo de obligar, de los diferentes pecados que se cometen que– brantándolas, cosa que más bien p2rtenece a la Teología Moral. Lo cierto es que son significacio– nes de la voluntad de Dios. y cuanto mayor sea la sumisión, fidelidad y perfección con que se cum– plan, mayor será el grado de conformidad que la voluntad humana tendrá con la divina. Si esta voluntad manifiesta se quebranta gravemente, es imposible la salvación; si levemente o con im– perfecciones voluntarias, no se conseguirá la san– tificación. Jesucristo nos dice en su Evangelio: No el que dice Ser1or, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace Za voluntad de mi Padre que está en los cielos (151). Y S. Juan añade: El que hace la vol,rntacl de Dios perma– nece eternamente 052). Todo el que resiste a la potestad, resiste a la ordenación de Dios, los que resisten a la ordenación divina, adquieren para Sí la condenación eterna (153). b) Los consejos evangélicos.- Estos no caen bajo precepto para los cristianos, Dios no les manda, Y, por tanto, no son necesarios para la salvación. Sin embargo, Dios los aconseJa, exhor– ta a que se observen, aun en los simples cris– tianos, como medios poderosísimos para vivir en gracia y conseguir más fácil!rn:;nte la vida eter- /151) Non onmis qui dicit mihi, Domine, Domine, intrabit in regnum. eoelornm · sed qui faeit voluntatem Patris mei, qui in coelis ipse intrabit in regnuin CO('lorwn. Matth., VII, 21. (152) Qui cmtem facit voluntatem Dei, uwnet in aeternnm.. l Joann., IV. 17. (153) Itar¡ue, qui resi ·tit potestatl. Dei ordinationl re– sistit. Qui aute1" resicfunt, ipsi sibi dammationem ac– quimnt. Rom,, XII, 2.

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