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DIA IX Conferencia IV (XXXVII) DE LA CONFORMIDAD CON LA VOLUNTAD DE DIOS Non mea voluntas. sed tua fiat. No se haga mi voluntad, sino la vuestra. (Luc., XXII, 42.) Los religiosos, en virtud de su estado, tienen obligación de aspirar a la perfección; pero esta perfección no se ha de regular por el propio ca– pricho ni la propia voluntad, sino según la vo– luntad de Dios. Esta ha .de ser la norma de to– das nuestras acciones: conformar la voluntad hu– mana a la divina: umtm velle et unum nolle; fusionar las dos voluntades en una por medio de la conformidad más absoluta que pueda veri– ficarse entre Dios y la criatura. Nuestro pensar, nuestro desear, nuestro obrar. nuestro sentir, toda nuestra actividad interna y externa ajustarla al querer divino. «Toda la pretensión, dice Santa Teresa, de quen comienza oración Jy no se olvide esto, que importa mucho), ha de ser trabajar y determinarse y disponerse, con cuantas diligen– cias pueda, a hacer su voluntad conforme con la de Dios; y, como diré después, estad muy cier– tas que en esto consiste toda la mayor perfección aue se puede alcanzar en el cammo espirituaí. Quien más perfectamente tuviere esto. más re– cibirá del Señm· y más adelante está en este ca– mino. No pensPis que hay aQuí más algarabías, ni cosas no sabidas y entendidas; que en esto

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