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DÍA IX.-«DIES UN!ON!S l\TYST!CAEll 699 ---- tu y no podemos representarle en la imaginación. J·esucristo es Dios y Hombre, y podemos repre– S8ntárnos:e con los sentidos. Podemos, por tanto, representarnos a Jesucristo y traer a la memoria el Nacimiento en Belén, la fuga a Egipto, la presentación en el Templo, la adoración de los Magos, su vida escondida en Nazaret, su vida pú– blica predicando y enseñando a las turbas, en el Cenáculo con sus discípulos, en las agonías del Huerto, ante los tribunales, en los sufrimientos del Calvario, glorioso en la Resurrección y triunfan– te en la Ascensión. Este modo imaginario de pre– sentarnos a Jesucristo va también unido a los modos intelectivo y afectivo de que hablamos a continuación. 3. Presencia intelectiva.-Con la razón y con la fe pienso que Dios está presente, por su in– mensidad, en todo el mundo, y por la inhabita– ción de las tres divinas Personas, en mi cora– zón; que me rodea y me penetra; que me ve y me escucha; que me ayuda y concurre a mis acclones; que me ilumina y me inspira; que me ama, me santifica y me premia. De este modo for– maré como una celdita en mi corazón, donde pue– do adorarle y hablarle, o también figurarme to– do el mundo como un templo y un altar, donde puedo adorarle con todos los seres de la creación. 4. Presencia afectiva.-Puedo elevar mi mente a Dios, dirigiéndole actos de amor, de esperanza, de confianza, de agradecimiento, de alabanza, de dolor, de arrepentimiento, etc. Es t:Vidente que la presencia intelectiva y afec– tiva no pueden separarse completamente; porque m presencia intelectiva sola sería una pura es– peculación, y la presencia afectiva verdadera no puede tenerse sin pensar en Dios de alguna ma– nera. Se llaman así según que predominen los actos de una u otra facultad. Los sentidos, la imaginación y el pensamiento sirven para exci– tar y mover la voluntad a los afectos reales y sinceros hacia Dios y las cosas que son de su agrado. La presencia de Dios, lo mismo que la