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DÍA !X.-((DillS UNIONIS MYSTICAE» 697 ---- con El recibimos el Hijo, imagen perfecta del Pa– dre, que no cesa ele amarle infinitamente, como infinitamente es amado del Padre, y de este re– cíproco amor procEde el Espíritu Santo, Persona igual al Padre y al Hijo. ¡Qué consolador es pen– sar en esta dulce y amorosa hospitalidad de las tres divinas Personas! Dios nos adopta por sus hijos, no con una ficción legal como en las adop– ciones humanas, sino por medio de una partici– pación real de la divina naturaleza, con el don de una nueva vida que nos hace semejantes a Dios, sus herederos, coherederos con Cristo y consortes de la divina naturaleza .(125). Ya no somos extraños y advenedizos, sino conciudada– nos de ios sanws y uomeiii,eu;;; ue u,us .u"ai). Esta familiaridad con Dios causa dulce confian– za, profunda paz e íntimas consolaciones. Recor– demos con frecuencia esta inllabitación de las tres divinas Personas, nuestra adopción de hijos de Dios y nuestra nobleza sobrenatural. Escribe San Pablo a los Corintios: ¿No sabéis vosotros (]Ue sois templos de Dios, y (]Ue el espíritu de Dios mora en vosotros? (127>. «Por ventura, ¿no sa– béis que vuestros cuerpos son templos del Espí– ritu Santo, que habita en vosotros, el cual ha– béis recibido de Dios, y que ya no sois de vos– otros, puesto que fuisteis comprados a gran pre– cio? Glorificad a Dios y llevadle en vuestro cuer– po» (128). No profanemos nuestro cuerpo 111 nues– tra alma con el pecado; recordemos nuestra dig– nidad de cristianos. A estos dos fundamentos se puede añadir tam– bién que Dios está presente de un modo particu– lar donde se conserva la Sagrada Eucaristía, por la real presencia de Jesucristo, Verbo .c,m.;ar!ia– do, en el Sacrameno del amor... Mas estas presencias de Dios son perma- , l25J JI Petr., I, 4. 1126) Ergo jam non cstis /wspítes, et adrenae; sed estis cives sanctorum, et clomestici Dei. Eph., II. 19. (127¡ Nescitis quia tcmplmn Dei estis, et Spiritus Dei lwbitat in vobis? 1 Cor., III. 16. (128¡ Cfr. 1 Cor., IV, 19-20. «ALVERNIA)) 45