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696 «ALVERNIA)) -------- I. Fundamentos de la presencia de Dios. II. Modos ele llevar la presencia ae Dios. III. Ventajas en llevar la presencia de Dios. I. FUNDAi\lENTO DE LA PRESENCIA DE DIOS El fundamento filosófico de la presencia de Dios es la inmensidad y omnipresencia del mis– mo Dios, que está en todas las cosas de tres ma– rnoras: por potencia, sujetándolo todo a su supre– mo dominio; por presencia, en cuanto lo ve todo y lo penetra todo; por esencia, en cuanto Él es la plenitud del ser y la causa primera de toda realidad, el que comunica la existencia, la vida, el movimiento, etc. Por eso predicaba S. Pablo a los sabios de Atenas: En Dios vivimos, nos mo– vernos y somos U22). La inmensidad de Dios no tiene límites y está en todas las cosas y abraza todos los espacios. Dice el Profeta David: ¿Adón– de iré yo que me aleje de tu espíritu? Y ¿adón– cle huiré que me aparte de tu presencia? Si subo al cielo, allí estás Tú; si bajo al abismo, allí te encuentro. Si al rayar el alba me pusiere alas y fuere a posar en el último extremo del mar, allá igualmente me conducirá tu mano y me ha– llaré bajo el poder de tu diestra (123). El segundo fundamento teológico es la inlwbi– tación de la Santísima Trinidad en el alma que está en gracia santificante. Dios está de una ma– nera intima en el alma del justo, y hace su de– mora en ella, conforme a las palabras de Jesús: Cualquiera que me ama, observará mi doctrina, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y ha– remos mansión dentro de él (124). El Padre vie– ne a nosotros y continúa engendrando al Verbo; (122) In Ipso vivinni.s, movemur et sumus. Act., XVII, 28. (123) Ps. C:XX.XVIII, 8. (124) Si quis dUigit me, sermonem meum servabit, et Pater meus diliget eum, et ad emn. veniemu.s, et mansionem apud ewn faciemus. Joann., XIV, 23.
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