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694 «ALVERNIAll Matando, muerta en vida la has trocado. Ma– tando al hombre viejo, despojándole de todo lo terreno, murlendo a si mismo, puede decir con San Pablo: Vivo yo, ya no yo; mas vive en mi Cristo (113). De esta manera está trocada la muerte de esta alma en vida de Dios, y le cua– dra también el dicho del Apóstol, que dice: Ab·· sarta est mors in victoria tua _(114), con el que dice también el Profeta Oseas en persona de D:os, diciendo: Ero mors tua, oh mors! (115). ¡Oh muerte!, yo seré tu muerte, la muerte que– dará absorta en la vida, siendo muerte de la muerte; de esta s:.ierte está el alma absorta en vida divina, enn.jenada de todo lo que es secular, temporal y n.petito natural, introducida en la se– creta morada del Rey, donde se goza y alegra en su Amado, acordánclose de sus pechos sobre el vino, diciendo: «Aunque soy morena, soy her– mosa, hijas de Jerusalén, porque mi negrura na– tural se trocó en hermosura del Rey celes– tial...» t11G). El alma, sintiendo los coloqu:os tiernos con el Amado, sus íntimas comunicac:o– nes, sus abrazos amDrosos, sus regaladas merce– des, sus gustos de vida eterna, toda encendi::la en llama de amor viva, continúa su canción, di– ciendo: iOh lárn])aras de fuego, En cuyos resplandores Las profundas cavernas del sentido, Que estaba oscuro y ciego, Con extraños primores Calor y luz dan. junto a su querido! ¡Cuán manso y amoroso Recuerdas en mi seno, Donde secretamente sólo moras: Y en tu as]Jirar sabroso De bien y gloria lleno, Cuán delicadamente me enamoras! (117). (113) Gal., II, 20. (114) I Cor., XV, 54. (115) Os., XIII, 14. (116) SAN JUAN DE LA CRUZ, l. C., pp.. 427-428. (117) SAN JUAN DE LA CRUZ, l. c., p. 387.

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