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DÍA IX.-«DIES UNIONIS MYSTICAE» 669 que las cosas que necesitamos debemos pedírselas, elevar nuestras preces, las cuales nos dió como por instrumentos necesarios para conseguir lo que necesitamos (63). Algunas otras razones para demostrar que la oración nos es necesaria para la salvación y santificación. al Para iluminar el entenclimiento.-No pode– mos salvarnos sin servir a Dios; no podemos ser– vir a Dios sin amarle; no podemos amarle con todo nuestro corazón, si no le conocemos y le apreciamos en cuanto es posible a una humana criatura. Con la meditación constante y diar:a podremos adquirir ese alto conocimiento de las perfecciones divinas. Si Dios es tan mal servido por la mayor parte de los hombres, es porque no lo conocen. Para nuestra santificación es necesario tam– bién conocerse a sí mismos. Señor, conózcate a Ti y conózcame a mí. Es necesario conocer nuestra naturaleza, los destinos en éste y en el otro mun– do, nuestras finalidades, nuestro origen y nues-– tro fin; 'nuestra nobleza y nuestra corrupción; nuestras inclinaciones y pasiOnes; nuestros peca– dos, defectos y vicios; los deberes que tenemos como hombres, como cristianos y como religio– sos; la vanidad de los bienes del mundo, la fu– gacidad de los placeres de los sentidos; la bre– vedad de la vida, la preciosidad del tiempo; los beneficios divinos, bs enseñanz~ts del Evangelio, los ejemplos de Jesucristo. Todo ese conjunto de verdades se conocen, recuerdan y graban en el alma por medio de la meditación. Acercaos a Él y seréis iluminados (64). La meditación es co– mo un sol que ilumina la inteligencia y disipa las tinieblas de la mente. Con ellas podemos ponderar y juzgar del valor objetivo de las cosas naturales y sobrenaturales, lo divino y lo huma– no. lo temporal y lo eterno. Quitad el sol del , íl!J I C:atech. Rom ., P. IV. can. I. 3, p. 59:.J. Ve- netiis, 1611. (()4) Accedite ad emn et illmninamíni. Ps. XXXIII, 6.

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