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DÍA lX.--<<DIES UNIONIS MYSTICAE)) 653 demos gracias a Dios (11); y la Iglesia, en el prefacio de la misa, nos dice que demos gra– cias a Dios, porque es digno, justo, conveniente y saludable. Escribe S. Buenaventura: «A ejem– plo del Apóstol, debemos dar gracias a Dios por el beneficio de la creación, porque nos hizo seres racionales como a los ángeles, a su imagen, pa– ra que le alabáramos y glorificáramos. Por el be– neficio de la gobernación, porque Él nos rige in– terna y externamente y nos asiste en las tribu– laciones... Por el beneficio de la redención, por– que nos libró del diablo, del pecado y del infier– no ... Por el beneficio de la vocación, porque nos llamó a la fe, a la gracia, y nos colocó en la congregación de los elegidos .(12). El que recuerde estos beneficios en su memoria alabará siempre al Señor. c) Propiciatorio.- Estamos en un estado de naturaleza caída. Somos pecadores, hemos ofen– dido a Dios, quizá, gravemente o, por lo menos, venialmente. Es, pues, necesario gemir, llorar en la oración, recordando cuán graves son nuestras culpas. Es necesaria la confesión, la contrición, la expiación, la satisfacción de nuestras faltas. «Sabe, alma mía, que debes pensar solícitamen– te cuán grandes y cuán numerosos pecados has cometido todos los días de tu vida, cuántos y cuán grandes bienes has omitido, cuántas y cuán grandes gracias has perdido» (13). Mientras re– cuerdas esto debes postrarte delante de tu di– vino Esposo, y con corazón contrito y humilla– do exclama con el Salmista: Sciior, no recordéis los delitos de mi juventud, olvidad todas mis ignorancias (14J; Por vuestro santo nombre, per– donad mi pecado (15); No desvreciéis el corazón (11) In omnibus gratius 11g'itc, hace est r•ol1uitas Dei, l Thes., V. 18. (12J Serm. II. Domin. 18 post Pent., t. IX. p. 425. 1131 De perfect. ad Sorores. cap. V, n. 3, t. VIII, p. 117. ( 14) iucentutis meac, et ignorantias XXIV. tu·nm propitiaberis peccato meo, XXIV, 12.
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