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IV. NUESTROS DEBERES PARA CON EL ESPIRI'I'U SANTO La obra del Espíritu Santo en nosotros supo– ne nueEtra libertad y exige nuestra correspon– dencia. Es necesario cooperar con el Espíritu san– tificador a la obra de la santificación. ¿Cuáles son nuestros deberes? l. Spiritum nolite extinguere (193). San Pa– blo escribía a los tesalonicenses: No queráis e.r– tinguir el Espíritu. El Espíritu Santo habita en nosotros como en un templo. Es el Huésped di– vino que habita en nuestro corazón. Siempre q1:e s': comete la culpa grave se arroja al Espíritu Santo de este templo santificado con su presen– cia. Se sofoca la 11::tma viva de la gracia. Donde está el espíritu del mundo o del demonio no puede estar el espíritu de luz, de páz, de conso– lación. Desgraciado el que obliga al Huésped di– vino a retirarse del templo del corazón. 2. Nolite contristari Spiritum Sancturn (194).– Si no se llega a arrojar del corazón el Espíritu consolador se le puede contristar de muchos mo– dos: por los pecados veniales, por la infidelidad, la ingratitud, la falta de generosidad; por tan-– tas faltas que se cometen diariamente. Viviendo une. vida relajada, tibia, sin f€rvor, sin entusias– mo por la virtud, sin amor a la Eucaristía, sin celo por las almas, sin progreso espiritual. .. , se contrista el Espíritu Santo. 3. Nolite resistere Spiritui sancto (195).-San Esttbac1. llama a los judíos hombres de dura cer– viz y de corazó::i incircunciso, que resistían al Espíritu Santo. Tantas veces el Espíritu Santo habla. al corazón, nos insl)ira y nos enseña la verdad, pero no siern.pre se oyen sus voces, no sie::npre se sigue la inspiración, ni se abraza la verdad. Bienaventuradas las almas que sienten el toque del Espíritu divino que está a la puer- (1931 / Thess .. V. Hl. ( Hl4) Eph., IV, 30. (Hl5) Act., VII, 51.
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